Ana Vega, mi madre, me ha transmitido el mundo de la belleza de manera literal, compartiendo sentimientos y conocimientos conmigo durante su embarazo. Experimenté esto mientras ella asistía a clases de cosmética y técnicas de cuidado personal mientras yo estaba en su barriga.
Desde mi infancia, confundía la cera verde caliente de depilación de mi madre con la papilla. A los dos años, durante una siesta prolongada, tuve mi primer encuentro con el maquillaje, experimentando con labiales y esmaltes en una sábana que mi madre aún conserva como recuerdo.
Integré mi formación en química con conocimientos en belleza y cosmética, y siempre me autodenomino como una "química peculiar". Esta autodenominación surge de la fusión de mis conocimientos en este campo y de mi capacidad para observar el mundo que nos rodea. Como resultado, he desarrollado una sensibilidad especial que me impulsa a elegir siempre opciones más naturales.
De esta fusión de pasiones e inquietudes nace este proyecto. Se nutre de mi pasión innata y de la necesidad de incorporar en la vida de cada individuo una dosis de belleza y bienestar, de manera natural.